Ha fallecido Andrés Montes. Ayer sobre las 23:00 estaba yo viendo la televisión con mi novia. Un a película de la 2 (El método Gronholm) y en una tanda de anuncios abrí una página de la edición web del diario Marca cuando un titular se sobrecogió: “Hallan muerto en su domicilio de Madrid al periodista Andrés Montes”. Junto con la sorpresa inicial por la noticia, note que sentí una gran tristeza. De hecho cuando se lo dije a mi novia también se entristeció y eso que a ella no le gusta ver deportes por televisión, pero con Andrés Montes se divertía. Se que algunos de vosotros sentisteis algo parecido, de hecho Beaver me envío un mensaje sobre las 23:45 también sorprendido. Está claro que era un tipo que caía bien.
No era más que un periodista deportivo, un narrador de futbol y baloncesto, pero no es menos cierto que era distinto a todos los demás. Sus narraciones no eran las más académicas, pero no había nadie como él para entretener en un partido aburrido.
Recuerdo como conocí a Andrés Montes. Creo que fue un documental de Canal+ donde se habló de un peculiar narrador de futbol en Radio España, que llamaba a los jugadores con motes y que tenía un estilo de narración nada convencional. Me picó la curiosidad y escuché un partido. Mi extraña memoria selectiva me permite recordar que era un Atlético de Madrid contra el Rayo Vallecano. Era la temporada 1995-96, año del doblete del Atlético, del que soy aficionado y por lo tanto esperaba una victoria local, jugándose en el Calderón. El caso es que empezó el partido y no me enteraba bien de la narración. Santi era “Satiseña”, Pantic era “Buenos días me llamo Milinko Pantic”, Molina era “Mouuuulina” y así con todos. Acostumbrado a narraciones más ortodoxas, no me gustó nada la de Montes. Además, el Atlético empató a cero fallando Penev un penalty que paró Wilfred.
No volví a saber de él hasta el año siguiente. Canal+ compra las retrasmisiones de la NBA, y dejan de verse por la 2. Yo que no estaba abonado, deje de ver la NBA durante varios años. Sólo cuando iba con mis padres a casa de unos amigos los sábados por la noche, podía ver algo porque ellos si estaban abonados. En junio de 1997 volví a contactar con la NBA viendo el cuarto partido de las series finales de la NBA que enfrentaba a los Utah Jazz con los Chicago Bulls. El partido fue increíble, pero Montes no me gustó nada de nada. Acostumbrado a Ramón Trecet, que por cierto tampoco era el narrador más convencional, Montes me ponía muy nervioso. Gritaba mucho y su forma de narrar no me gustaba, pero incluso entonces, me empezó a caer simpático. Ese señor bajito, mulato, rapado, con esas gafas redondas y esa pajarita tenía un torrente de energía dentro que contagiaba.
No fue hasta el año 1998, cuando llegó el Canal+ a mi casa, y con él, la NBA. Para más mala suerte para mí, año de Knock Out, por la huelga de jugadores, por lo que la temporada no empezó hasta casi febrero. Aunque el título lo ganó San Antonio, fue el año de los Knicks. Llegando octavos a los play-offs, fueron eliminando uno a uno a todos sus rivales con el factor cancha en contra. Maravillosa fue la canasta de “Hilo de seda” Houston a falta de ocho décimas que dejó fuera a los Miami Heat en primera ronda. Ya empezaban a quedarse apodos en nuestra cabeza. Y llegó la final con Tim “Siglo 21” Duncan por un lado y Latrell “Melodía de seducción” Sprewell por otro. Con ese sensacional quinto partido en el que una canasta de Avery Johnson dio el título a los Spurs.
Puedo decir que fue desde entonces cuando Montes me ganó para su causa. Es cierto que su estilo de narración no era nada convencional, pero junto con el contrapunto perfecto que era Antoni Daimiel, formaron una sólida pareja durante prácticamente diez años.
Cuando más se notaba la mano de Montes, era en esos partidos aburridos que a las tres de la mañana, no te apetecía nada quedarte a verlo terminar y sin embargo te quedabas por escuchar las conversaciones de ellos dos. Las anécdotas del “Calabazas club” al que los dos pertenecían, conseguían mantener mi atención. . Tanto llamaba la atención su forma de narrar que hasta la propia NBA puso su imagen en una promoción de la liga por el mundo.
Después se marchó a la sexta donde ya consiguió gran fama narrando los partidos de liga y del mundial de Alemania 2006, así como del mundial de Japón y los europeos de España y Polonia de la selección española de baloncesto junto con Juan Manuel López Iturriaga, otra gran pareja.
Andrés Montes, un periodista poco convencional, que provocaba reacciones encontradas. O te gustaba mucho o no te gustaba nada, excesivo en sus tics, pero que a casi todos caía simpático. Te echaremos de menos Andrés Montes. D.E.P.
No era más que un periodista deportivo, un narrador de futbol y baloncesto, pero no es menos cierto que era distinto a todos los demás. Sus narraciones no eran las más académicas, pero no había nadie como él para entretener en un partido aburrido.
Recuerdo como conocí a Andrés Montes. Creo que fue un documental de Canal+ donde se habló de un peculiar narrador de futbol en Radio España, que llamaba a los jugadores con motes y que tenía un estilo de narración nada convencional. Me picó la curiosidad y escuché un partido. Mi extraña memoria selectiva me permite recordar que era un Atlético de Madrid contra el Rayo Vallecano. Era la temporada 1995-96, año del doblete del Atlético, del que soy aficionado y por lo tanto esperaba una victoria local, jugándose en el Calderón. El caso es que empezó el partido y no me enteraba bien de la narración. Santi era “Satiseña”, Pantic era “Buenos días me llamo Milinko Pantic”, Molina era “Mouuuulina” y así con todos. Acostumbrado a narraciones más ortodoxas, no me gustó nada la de Montes. Además, el Atlético empató a cero fallando Penev un penalty que paró Wilfred.
No volví a saber de él hasta el año siguiente. Canal+ compra las retrasmisiones de la NBA, y dejan de verse por la 2. Yo que no estaba abonado, deje de ver la NBA durante varios años. Sólo cuando iba con mis padres a casa de unos amigos los sábados por la noche, podía ver algo porque ellos si estaban abonados. En junio de 1997 volví a contactar con la NBA viendo el cuarto partido de las series finales de la NBA que enfrentaba a los Utah Jazz con los Chicago Bulls. El partido fue increíble, pero Montes no me gustó nada de nada. Acostumbrado a Ramón Trecet, que por cierto tampoco era el narrador más convencional, Montes me ponía muy nervioso. Gritaba mucho y su forma de narrar no me gustaba, pero incluso entonces, me empezó a caer simpático. Ese señor bajito, mulato, rapado, con esas gafas redondas y esa pajarita tenía un torrente de energía dentro que contagiaba.
No fue hasta el año 1998, cuando llegó el Canal+ a mi casa, y con él, la NBA. Para más mala suerte para mí, año de Knock Out, por la huelga de jugadores, por lo que la temporada no empezó hasta casi febrero. Aunque el título lo ganó San Antonio, fue el año de los Knicks. Llegando octavos a los play-offs, fueron eliminando uno a uno a todos sus rivales con el factor cancha en contra. Maravillosa fue la canasta de “Hilo de seda” Houston a falta de ocho décimas que dejó fuera a los Miami Heat en primera ronda. Ya empezaban a quedarse apodos en nuestra cabeza. Y llegó la final con Tim “Siglo 21” Duncan por un lado y Latrell “Melodía de seducción” Sprewell por otro. Con ese sensacional quinto partido en el que una canasta de Avery Johnson dio el título a los Spurs.
Puedo decir que fue desde entonces cuando Montes me ganó para su causa. Es cierto que su estilo de narración no era nada convencional, pero junto con el contrapunto perfecto que era Antoni Daimiel, formaron una sólida pareja durante prácticamente diez años.
Cuando más se notaba la mano de Montes, era en esos partidos aburridos que a las tres de la mañana, no te apetecía nada quedarte a verlo terminar y sin embargo te quedabas por escuchar las conversaciones de ellos dos. Las anécdotas del “Calabazas club” al que los dos pertenecían, conseguían mantener mi atención. . Tanto llamaba la atención su forma de narrar que hasta la propia NBA puso su imagen en una promoción de la liga por el mundo.
Después se marchó a la sexta donde ya consiguió gran fama narrando los partidos de liga y del mundial de Alemania 2006, así como del mundial de Japón y los europeos de España y Polonia de la selección española de baloncesto junto con Juan Manuel López Iturriaga, otra gran pareja.
Andrés Montes, un periodista poco convencional, que provocaba reacciones encontradas. O te gustaba mucho o no te gustaba nada, excesivo en sus tics, pero que a casi todos caía simpático. Te echaremos de menos Andrés Montes. D.E.P.
7 comentarios:
Gracias, Andrés, por hacernos vivir el baloncesto como un entretenimiento y un juego, que es lo que es..
Una autentica pena...se le va a echar de menos. Se nos va un 'jugón'!
La vida puede ser maravillosa...
A mi ni me entusiasmaba ni le odiaba ni me dejaba indiferente, simplemente me entretenía...
Y me quedé con una frase suya hace tiempo "en las peliculas ganan los buenos, en la vida real los malos".
Y yo me pregunto... ¿Por qué todos los jugones sonrien igual?
Frio, así me quedé cuando leí la noticia en la prensa... Como se ha quedado todo aficionado al deporte en España...
Es ahora, en el momento en el que se recuerdan sus retrasmisiones cuando realmente te das cuenta de lo que hemos perdido para siempre...
Grande Andrés Montes, jugón de los micrófonos... Hasta siempre...
Se va el crack de los comentaristas. Con él las restrasmisiones nunca eran aburridas. Capaz de entretenerte en el partido más aburrido de la historia y crear los motes o vocablos más divertidos y pegadizos.
Por todo, gracias Andres por hacerme los partidos más amenos.
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