domingo, 12 de julio de 2009

Larry Bird (El paleto de French Lick)

El 7 de diciembre de 1956 en el más pobre barrio del estado de Indiana, West Baden Springs nació Larry Bird. Su familia estaba ya acostumbrada a pasar penurias durante la época de los sueños y la esperanza, de la amistad y la donación.

Y es que su infancia estuvo marcada por los problemas económicos de su familia. Debido a que en el único colegio de su pueblo natal no había plazas para más niños, Larry vivió a caballo entre su hogar y la localidad vecina de French Lick, donde realizaba sus estudios. Eran algunas veces más de hora y media de trayecto a pie aguantando temperaturas inferiores a los cero grados. Por este caso, siempre fue conocido como “El paleto de French Lick”. Viviendo en la familia más pobre del más pobre pueblo del estado de Indiana, siempre tuvo problemas a la hora de relacionarse con los demás. Larry Joe era un chico agradable, amable y muy sociable, pero era tan mala su situación económica, que incluso existían ocasiones en las que bajaba a disputar un partidillo de baloncesto con la gente del barrio sin zapatillas algunas. Su madre Georgia, eso sí, siempre tuvo claro que la familia era lo primero y más importante. Míticas tuvieron que ser aquellas negociaciones con los bancos para que el crédito prestado pudiera ampliarse un poco más tras el dinero gastado en la ropa de segunda mano comprada a sus hijos anteriormente. En ocasiones incluso era mandado con sus abuelos a pasar una temporada viendo sus padres que la situación económica era ya insostenible. Sin embargo, a Larry nunca le importó eso. Cuando fue adulto, siempre dijo que “ser pobre es sólo una motivación más”. No obstante, no fue la pobreza la única pena acontecida en la juventud de Bird.Cuando tenía dieciocho años y jugaba en la Universidad de Indiana State, su padre se suicidó con un arma de fuego.

Todo se le complicaba aún más a Claude Joseph Bird: a la miseria que rodeaba todo su entorno, se unió el divorcio pedido por su esposa Georgia. El alcoholismo no sirvió de refugio y de borrador de penas, sino que le sumó la desdicha peor de todas: quedarse sólo. En un piso de un amigo en el que se quedaba una época hasta encontrar un lugar donde vivir, se pegó un tiro en la sien. En el entierro del amigo Joe, todos lloraron salvo el hijo rubio y alto. “No había porqué llorar. Mi padre lo quiso así, nadie le obligó a pegarse un tiro”.

Semanas antes, un extraño suceso había extrañado a los seguidores del baloncesto universitario de Indiana. Tras arrasar en el instituto con Springs Valley, promediando más de 30 puntos y 10 rebotes por encuentro, todo hacía presagiar que sería uno de los aleros de la mítica y prestigiosa Universidad de Indiana. Dicho centro tenía el plan baloncestístico más importante de la nación, y al frente estaba todo un Bobby Knight, uno de los mejores técnicos de la historia del baloncesto. Sin embargo, allí sólo aguantó veinticuatro días. Muchos comentaron que el veterano Knight no aguantaba la actitud soberana del joven venido de French Lick, y que la relación entre ambos era realmente tensa. Sin embargo, Larry dijo, varios años después de la experiencia, que “aquello era demasiado grande. Me sentía perdido, sólo”. Por ello, decidió enrolarse en la pequeña Universidad de Indiana State, donde realmente se convirtió en un grande.
Sin embargo, su magnitud era increíble. En 1978, ya en su último año como jugador universitario, llevó a los suyos a la finalísima de la NCAA, siendo la primera aparición de la academia en dichos lares del baloncesto nacional. Sus compañeros no eran los mejores, ni tan siquiera tenían un futuro vinculado al deporte, pero aún así, con su entrega y esmero, hizo de ellos auténticos luchadores sobre el parquet.

En la final los de Larry Bird se verían las caras con la Universidad de Michigan State, que tampoco contaba con un equipo muy potente, por lo que sorprendía su presencia allí. Sin embargo, marcó un hito en la historia del deporte de la canasta. El primer enfrentamiento de los dos grandes. Cuando se conocieron sobre la cancha y se convirtieron en eternos rivales. No lo sabían, pero aquella no sería la última vez que ambos se enfrentarían en un encuentro de esas lides. Indiana State no pudo hacer nada ante Michigan State. Tras la derrota, Larry Bird era saludado y abrazado por un base negro con bastante altura que hacía cosas inimaginables en la cancha. Aquel chaval llamado Earvin Johnson.

“No importa lo bueno que sea o la cantidad tan elevada de dinero que cobre. Sigo siendo un paleto de French Lick”. Esas eran las primeras declaraciones de un joven Larry Bird como jugador de los Boston Celtics. El equipo del trébol había firmado al alero tirador por 650.000 dólares anuales, una cifra récord para un rookie de la NBA. En una jugada maestra, otra más, del mítico jugador y en esa época general mánager Red Auerbach, los Celtics se habían hecho con los servicios del de Indiana el año anterior, escogiéndolo en la sexta posición del Draft de 1.978. Sin embargo, tuvieron que esperar una temporada para poder contar con él, pues Larry quiso terminar su carrera universitaria y postergar así su salto a la mejor liga del mundo. Mucho se hablaba de qué sería capaz de hacer ese rubito. Sus críticos no tardaron en salir, alegando que probablemente su altanería le pasaría factura en el mundo profesional, y que era demasiado lento para jugar en esa liga. Se equivocaban.

El impacto de Bird, tanto en la competición como en los Celtics, fue inmediato. Nadie antes había visto tal control y tal sobriedad de un joven de primer año sobre el parquet. Además, si echábamos la vista hacia el oeste, veíamos unos Lakers que jugaban a algo nunca visto antes. Abdul-Jabbar estaba totalmente imparable, y le ayudaba desde la dirección otro jugador de primer año, un tal Earvin Johnson, al que muchos ya apodaban “Magic”.

La franquicia de raíces irlandesas era la más laureada, y con diferencia, de la historia del baloncesto nacional. En su haber estaban trece anillos de campeón, más que ninguna otra franquicia, además de quince campeonatos de conferencia e incontables títulos de división. Sin embargo, la campaña 78-79 no había sido la mejor posible. Hacían sólo tres años de la consecución del último título de campeón, pero de aquel equipo ya no quedaba atisbo alguno en la plantilla actual. Con 29 victorias y 53 derrotas los aires en la ciudad de Boston estaban crispados. La afición verde, si por algo se ha caracterizado en su historia, es por el afán de victoria que poseen, y lo grave es que con razón, al ver que acostumbraban a ganar y firmar temporadas con balances totalmente positivos.

La llegada de ese alero rubio de más de dos metros con una mecánica de tiro tan eficiente, limpia y bella revolucionó el ambiente. Bird firmó una temporada increíble, siendo el máximo anotador, reboteador, y segundo mejor pasador del equipo, además de ser el que más minutos disputó y el que más balones robó. Sus promedios de 21 puntos y 10,5 rebotes por noche le valieron para llevarse el premio al Rookie del Año, ganándole en la carrera a su máximo rival Magic Johnson. No sólo tuvo actuaciones sorprendentes, sino que ayudó a los suyos a volver a los Playoffs con 61 victorias por sólo 21 derrotas. Una vez en la postemporada, los Sixers del Doctor J., o Julius Erving, les eliminó en la final del Este. Ese año estaría marcado por el logro mayor de un rookie. Cómo un base de 2,06 metros jugó las finales de la NBA disputando minutos como pívot y controlando los encuentros sin su jugador estrella. Para muchos, aquel fue el premio al mejor rookie peor otorgado en la historia.

Larry Bird ya era todo un nombre en la institución de la NBA. Su camiseta se vendía en todas las tiendas del país, su actitud soberana y chulesca triunfaba allá a donde llegaba. Podía meterlas de todos lados, no había canasta imposible para él. Era un jugador lento con el balón en las manos, pero rápido de mente. No le hacía falta correr, de antemano sabía qué haría su jugador rival. Magic comentó una vez que “hagas lo que hagas, debes seguir mejorándolo.

Sabes que ahí atrás, meditando, está Larry. Y él ya sabe lo que vas a hacer”. Sus robos fueron primordiales a lo largo de su carrera. Sin ir más lejos, esa temporada 80-81.Red Auerbach movió ficha ese verano. Sabía que había que rodear a su joven estrella para optar al anillo. Así, en un movimiento fugaz, los Celtics se hacían con los servicios del corpulento pívot Robert Parish, apodado “El Jefe”. Con sus 2’15 de altura, había promediado 20 puntos y 16 rebotes por noche en la universidad, y en la liga ya había demostrado en sus cuatro años que podía llegar a ser alguien importante. Junto a él llegaron los derechos de la elección de primera ronda del Draft venidero de los Warriors, que finalmente fue una tercera posición. Con ella llegaba Kevin McHale procedente de la universidad de Minnesota. Rápido, muy hábil para sus 2,10 metros, fue todo un descubrimiento del viejo dueño de los Celtics. Con esos tres en un mismo equipo, la gloria estaba asegurada. Aquel fue el primer Big Three de la historia del baloncesto. Tres hombres altos que lo hacían todo: pasaban, anotaban, reboteaban, robaban y pensaban. La mejor unión, para muchos, de jugadores en toda la historia. Ellos llevarían a los Celtics de nuevo a una final de la NBA. No sin antes pasar apuros: en la final del este se las volverían a ver con los Sixers del Doctor J. Con 1-3 en la eliminatoria, todo hacía presagiar que Bird y compañía tendrían que esperar al siguiente año para competir por el anillo. Nada más lejos de la realidad. El orgulloso guerrero verde estaba herido, pero no vencido. Vencieron los tres últimos igualadísimos partidos (5º y 6º por dos puntos y el 7º por sólo uno.)

En las finales se encontraron con los Rockets de Houston, con Moses Malone dominando la zona. En el primer partido de la final Bird consiguió una jugada antológica. Lanzó un tiro malo, pero fue Larry el único que se dio cuenta de ello. Corriendo desde que se dio cuenta, calculando hacia dónde rebotaría, avanzó fugaz entre los defensores rojos, y elevándose casi por detrás de la canasta, anotaría con una bandeja con la zurda antológica. Elevándose por los aires, recogió su propio tiro y, estirando el brazo, lograría anotar y la victoria para los suyos.
Lograrían un 4-2 para hacerse así con el anillo de campeón. El primero de Bird en su historia. Larry “Legend” empezaba a escribir su leyenda.

Magic Johnson y Larry Bird habían resultado ser el elixir de la eterna juventud que tanto ansiaba la NBA. Tras unos años con pocas audiencias televisivas y menores registros en los pabellones de la liga, todo hacía presagiar que la competición se vendría abajo de un momento a otro, más teniendo en cuenta la crisis económica que pasaba el país por aquellos años. Sin embargo, la rivalidad que se forjó entre el joven base atlético capaz de hacer lo inimaginable y que hacía jugar un puro espectáculo a sus Lakers y el alto y tímido blanco que defendía a muerte y hacía de los ataques de sus rivales un auténtico circo subió a niveles nunca vistos en la nación. Para muchos, la mayor rivalidad que ha existido entre dos jugadores en la historia del deporte de todo el mundo. De cualquier deporte, de cualquier país. Daba igual qué equipo siguieras: si jugaban Lakers y Celtics, era una obligación verlo, y considerado como un pecado era el no visionarlo. Fueron los míticos años ochenta. Sin embargo, no estaban solos, y era toda una constelación de estrellas la que llenaba la competición.

Tras el primer anillo de Larry “Legend”, como ya le apodaban, o Larry “The Bird”, los Celtics comenzaron la temporada 81-82 con ganas de revalidar el título de campeón. En el oeste los Lakers de Magic y Abdul-Jabbar hacían lo mismo, tomando la cabeza en la conferencia desde la primera noche de competición. Bird seguía liderando a los verdes noche tras noche, y ese año recibió el premio MVP del All Star Game. Mejorando en una victoria el balance de la campaña anterior, dejaban en la cuneta en semifinales de conferencia a la franquicia de Washington, Bullets en aquel entonces. No obstante, en la final esperaba el Doctor J. con sus incombustibles Sixers. En el definitivo partido, con la eliminatoria empatada a 3, los 24 puntos, 12 rebotes y 8 asistencias de Larry no fueron suficientes para evitar la victoria de Philadelphia, que en las grandiosas finales caerían derrotados 4-2 frente a, como no, el Showtime angelino. Su forma de jugar hizo que los expertos le consideraran el nuevo John Havlicek, retirado escolta que había logrado la friolera de 8 anillos de campeón dirigiendo a los Celtics en las décadas de los 60 y 70, y que se había retirado justo el año anterior a la llegada del 33. Tras ser preguntado por ello, fue tajante: “Da igual con quién me comparen. Sigo siendo Larry Bird, y sigo dando todo para lograr la victoria”.

La temporada 82-83 fue aciaga para los aficionados verdes. Plagados de lesiones no pudieron rendir en ningún momento al máximo, cayendo finalmente derrotados a las primeras de cambio por los Bucks. Julius Erving, otro clásico entre clásicos, se llevaría al fin su tan merecido anillo tras caer anteriormente en tres finales, derrotando por un rotundo 4-0 a unos Lakers que notaron la ausencia en dos encuentros de su base y líder Magic.

La temporada 83-84 acabó con el primer enfrentamiento Magic-Legend en el baloncesto profesional, rememorando aquella final perdida por los inocentes e ingenuos chavales de Indiana ante la magnificencia de la universidad de Michigan State en la NCAA. A lo largo de la temporada los Celtics de Bird se mostraron intratables, logrando un balance de 62 victorias por 20 derrotas. La dirección del equipo había cambiado de manos tras los malos resultados del año anterior, y era KC Jones quien dirigía a los verdes a por nuevos títulos. La incorporación del base Dennis Johnson, el base defensor por excelencia en la historia de la liga, al que pocos podrán igualar algún día en sus labores defensivas, al equipo de Boston de la mano del siempre astuto Red Auerbach dio nuevas posibilidades a los Celtics. Colaboró constantemente en ese gran récord, y ayudó también a que Larry Bird ganase su primer MVP de la liga con unos promedios de 22 puntos, 10 rebotes y 6 asistencias además de 4 robos por noche. En la postemporada todo el mundo hablaba del posible enfrentamiento entre Lakers y Celtics en unas hipotéticas finales que el destino debía al baloncesto

Los Celtics eliminaban a Washington en la primera ronda fácilmente. En semifinales los Knicks pusieron contra las cuerdas a los chicos del paleto, pero tras un último partido celestial de Bird los verdes alcanzarían las finales del Este. Milwaukee Bucks sucumbió ante el poderío del alero tirador rascando sólo una victoria. En las grandiosas finales, tan esperadas por todo el mundo, el planeta se detuvo. La historia debía hacerlo: debía forzar que se disputaran los 7 partidos posibles. Y así fue.Los dos primeros partidos se disputarían en el hogar céltico, el glorioso Boston Garden. Lakers se llevaba el primer encuentro por 109-115 con un Magic estelar. Antes de partir hacia el Forum de Inglewood en Los Ángeles para seguir con la eliminatoria, los Celtics lograron vencer el segundo encuentro por 124-121 en la prórroga, uno de los mejores partidos de baloncesto de toda la historia para muchos expertos. La ciudad angelina lo tenía todo preparado para recibir a los odiosos y prepotentes verdes. Y qué recibimiento. Los Lakers ganaron 137-104 con una clase de Magic Johnson, que dio un total de 21 asistencias aquella noche. En la rueda de prensa posterior, Bird tildó de “señoritas” a sus compañeros, diciendo que “tenemos buenos jugadores en el equipo, pero los buenos jugadores no ganan partidos. El corazón sí lo hace. Y ver a Magic haciendo lo que quería con cinco tíos de dos metros cada uno cada vez que entraba a canasta… no sé, si esto sigue así, estamos en problemas”. Dos noches después, los Celtics lucharon todos los balones, y volvieron a su cancha con el empate a dos en la eliminatoria, ganando 125-129 con 34 puntos de Larry Bird. El quinto partido no tuvo mucha historia: el ambiente ensordecedor y ardiente que habían logrado los seguidores de KC Jones hizo que los Lakers no pudieran hacer nada para maquillar el 121-103 que reflejó el electrónico. Los Ángeles estaba contra las cuerdas, y debía ganar sí o sí el sexto enfrentamiento. El All Star James Worthy resultó clave en la victoria por 119-108, aunque los angelinos también ayudaron. Se llegaba pues así, al definitivo partido que se disputaría en feudo verde, ya que la franquicia había logrado el mejor récord de la temporada. La defensa de Dennis Johnson sobre su tocayo de apellido resultó decisiva, pues el mágico y electrizante base de Lakers cometió una serie de errores en los últimos minutos que costó a su equipo el anillo de campeón, ganando Celtics 111-102. A partir de ese momento, Earvin Johnson pasaría a ser conocido por los fieles célticos como “Tragic” Johnson. Bird promedió 27 puntos, 11 rebotes y 6 asistencias en las finales, llevándose así también el MVP. El primer enfrentamiento en instancias finales entre Magic y Legend había quedado saldado con victoria favorable a este último. Sin embargo, no iba a ser la última vez que se verían las caras. La historia les tenía guardadas aún unas cuantas sorpresas.

Las grandes finales entre Celtics y Lakers estaban aún presentes en la memoria de todos los fanáticos del baloncesto de los Estados Unidos de América y, en general, de cualquiera del mundo. En la temporada siguiente, la historia se volvería a repetir. Larry Bird guió a los Celtics de manera celestial hacia las finales de la conferencia este. Antes, a lo largo del curso baloncestístico de 1984-1985, Larry batiría varios récords, y cumpliría partidos para enmarcar. A principios de año, con la franquicia del trébol bien colocada en la carrera hacia una postemporada que ya se daba por hecha en la ciudad céntrica de Estados Unidos, Bird lograría 33 puntos en la victoria de su equipo sobre los Bullets de Washington, alcanzando así la cifra de los 10.000 puntos anotados a lo largo de su carrera. Un mes y poco más tarde, más concretamente el 18 de febrero, Larry Bird lograría una marca que, hoy por hoy, nadie ha sido capaz de igualar: un triple-doble en sólo tres cuartos. Ante Utah Jazz registró 30 puntos, 12 rebotes y 11 asistencias en esos tres períodos. Pero además llevaba nueve robos de balón, por lo que se quedó a uno del cuádruple-doble. En todo el último cuarto no jugó, pero en la rueda de prensa tras el encuentro dijo que “ya había hecho mucho daño. Íbamos ganando de 30, ¿para qué iba a entrar?”. En el mes de marzo, Kevin McHale, uno de los componentes de aquel maravilloso Big Three, logró la mejor anotación en la historia de la franquicia céltica, haciéndole 56 puntos a los Detroit Pistons. Nueve días después, se rompería el brazo, una grave lesión que le mantuvo alejado de las canchas durante varios meses. Un día más tarde de conocerse la gravedad de la lesión, Bird anotaba 60 puntos ante los Hawks en Atlanta. “Es culpa de Kevin. Tendría que haber ido a por los 60 puntos, y se lo dije”, fueron sus palabras tras la machada de aquella noche.Grandes hazañas a un lado, los Playoffs estaban a la vuelta de la esquina.

Durante la liga regular había deslumbrado un escolta negro algo flaco que llegaba desde la prestigiosa universidad de Carolina del Norte. Un tal Michael Jordan que jugaba para los Bulls de Chicago. Larry había hecho unos promedios de 29 puntos, 10,5 rebotes y 6,6 asistencias, que le auguraban una buena posición en la carrera por el MVP de la temporada. Con 63 victorias y 19 derrotas, los Celtics se plantaban nuevamente como los claros favoritos a proclamarse campeones de la conferencia este y a disputar las finales partiendo con cierta ventaja gracias al factor cancha.

En su camino hacia las grandes finales se cruzarían Cleveland, Detroit y Philadelphia. Los Cavaliers sólo pudieron arrebatar una victoria, al igual que los 76ers de un ya demacrado Doctor J. en la final de conferencia, mientras que los Pistons de Isiah Thomas ganaban sus dos partidos como locales. Llegaban las grandes finales, y delante de Larry se encontraba nuevamente su gran enemigo en las pistas, Magic Johnson, que había ayudado a los suyos a proclamarse holgadamente campeones del salvaje oeste. Una cita con la historia en la que los del trébol tenían, como ya decía antes, la ventaja de campo en esos siete partidos. Los Celtics ganarían el primer partido con un gran margen y con un espléndido Larry Bird, pero los siguientes dos encuentros serían de dominio amarillo. En el sexto partido, tras forzarlo los de Boston al estar con un 3-2 en contra, los Lakers liderados por un soberbio Abdul-Jabbar sentenciarían las finales, terminándolas en 4-2. Tras ocho encuentros entre angelinos y bostonianos en unas finales de la NBA a lo largo de toda la historia de la misma, Lakers lograba llevarse su primera victoria, y así Magic se vengaba de lo ocurrido el año pasado. Bird sólo pudo decir que “Magic es un gran jugador, es uno de los que marcan la diferencia en esta liga. Sólo le puedo dar las felicidades”, dejando claro su, ante cualquier situación, porte señorial. Días más tardes se llevaría su segundo premio al MVP de la temporada, además de forma consecutiva.

Red Auerbach quería otro anillo más antes de retirarse de las oficinas de ese ajetreado mundo del baloncesto, y realizó varios movimientos en el verano del 85. El base Danny Ainge parecía crecer cada día más, y se convertía en un valor de presente muy preciado por muchos equipos de la NBA. Todo lo contrario que lo que le ocurría a Bill Walton. El irreverente pelirrojo, uno de los mejores jugadores de la historia de la liga y que había sido All Star en varias ocasiones, se encontraba sin equipo tras ser rechazado por los Lakers debido a su avanzada edad. Bill intentaba convencer a Auerbach de que le diese una oportunidad, algo que el jefe de los Celtics no tenía del todo claro. Cuenta que Bird andaba por su oficina y escuchó la conversación telefónica. Interrumpió y dijo: “si Bill dice que se siente con suficiente salud, es todo lo que necesito saber para quererlo en el equipo”. Por supuesto, entró en él. Y en vaya equipo entró. Para muchos los Boston Celtics de la temporada 1985-86 es uno de los mejores equipos de la historia de la liga. Con un record de 69 victorias por sólo 15 derrotas, y cayendo en tan sólo una ocasión como locales durante la liga regular.

Ese año logró hacerse con el concurso de triples del All Star Game, que se celebraba por primera vez en el partido de las estrellas en el cual participaría por el combinado del Este, enfrentándose al Oeste de Magic. Larry Bird. Poco antes del concurso Larry entró al vestuario, miró a sus contrincantes, todos jugadores de la NBA, y les dijo: “Bueno, ¿quién decís que va a quedar segundo?”. No hace falta decir que, ese concurso, lo ganó. Y es que si algo identificaba su juego era su maravillosa mecánica de tiro además del trash talking.

Contó el técnico de los Indiana Pacers tras el final de la temporada, en los días previos al Draft, que en un lance del choque entre los suyos y los Celtics de Bird, este último le dijo, caminando hacia el banquillo por un tiempo muerto: “cámbiale ya [señalando a Chuck Person], porque si no os juro que lo destrozo”. Esta frase vino tras el desafío a “trash-talking” que había recibido. Y es que si Larry era uno de los mejores en el aspecto visible del baloncesto sobre una cancha, también lo era en lo que no se aprecia. El trash-talking es la tendencia de muchos jugadores a intentar desmoralizar a sus rivales a base de hablarles mientras llevan el balón, o en cualquier lance del encuentro. No había, ni habrá, nadie mejor que Bird en eso.

Los Chicago Bulls esperaban en primera ronda. Con un rápido tres cero se desharían de ellos. Pero, con tono profético, tras la rueda de prensa del segundo partido Larry Bird compareció: “lo que he visto aquí hoy es… no es algo normal. Dios se ha disfrazado de jugador de baloncesto”, haciendo referencia a la exhibición del joven Michael Jordan, que prácticamente él sólo había forzado a los verdes a jugar dos prórrogas más.

Sólo cederían un partido en su camino hacia las finales, donde los Rockets de las Twin Towers Ralph Sampson y Hakeem Olawuyon esperaban tras eliminar a los Lakers en el oeste. Larry lograría unos promedios de 24 puntos, 10 rebotes y 10 asistencias. Un triple-doble de promedio, nada más que añadir. Sería el MVP de las finales y también, nuevamente, de la liga regular, lográndolo así por tercera vez consecutiva, siendo hoy por hoy el único con esta distinción además de los grandes pívots Bill Russell y Wilt Chamberlain. Este tercer anillo sería su último.

El verano de 1986 sería el fin para Bird y sus Celtics. Tenían un alto pick en el Draft, y todo hacía indicar que las cosas sólo podían ir a mayor. Con su elección seleccionaban al prometedor Len Bias, del que muchos decían que era como un caballo salvaje, capaz de jugar de base, de escolta, de alero, de ala-pívot o de pívot y, además, hacerlo como el mejor. Estaba llamado a ser el mejor jugador de la década de los 90, y probablemente el mejor jugador de la historia del baloncesto. A la noche siguiente de haber presenciado su elección por parte de los míticos verdes en el Madison Square Garden de Nueva York, Len Bias moría de sobredosis. Un alumno y deportista ejemplar, guiado por la locura de sus amigos. Antes del comienzo de la liga regular, Bill Walton recaía de su eterna lesión en la rodilla derecha, la cual resultaría ya irreversible. Aún así, Larry Bird hizo una gran temporada y volvió a guiar a los Celtics a las grandes finales de la liga por cuarto año consecutivo. En la final del este había eliminado a los Pistons de un Isiah Thomas que, por aquella época, seguía hablando para que subiese el pan. “Larry Bird es un buen jugador”, decía días antes al inicio de la final, y con el triple-doble del 33 en sólo dos cuartos -17 puntos, 11 rebotes y 10 asistencias contra los Bullets de Washington- en la memoria, “pero estoy seguro de que si fuera negro no sería más que un simple jugador de la liga, y no una superestrella.” “Esto no es Rusia, él puede decir lo que quiera” respondió. En el quinto partido, con la eliminatoria empatada a 2, y a falta de 5 segundos para el final, Bird le robaba un balón a Isiah y, con un pase largo, le daba la victoria a los suyos. En el siguiente partido Bird anotaría 37 puntos, capturaría 9 rechaces y daría 9 asistencias. En las finales, Magic Johnson se erigió como la gran estrella llevando a los Lakers a ganar por un global de 4-2. Bird disputó esos seis partidos con un dedo roto y otros inflamados, con dolores en la espalda y con problemas en su rodilla diestra.En los siguientes años, Larry Bird se encontraría muy sólo en sus Celtics, que tan sólo alcanzarían la final de conferencia una temporada, perdiendo ante los Detroit Pistons, que recogían el relevo como dominador del este, no por mucho tiempo pues los Bulls de un incipiente Jordan llamaban a las puertas de la gloria.

Bird logró datos que quedarán marcados en la historia de la mejor y más importante franquicia de la NBA, como fue sus 42 puntos y 22 rebotes ante los Indiana Pacers, que significó el primero doble doble-doble de un jugador de los Celtics. Larry se llegó a perder una temporada completa por sus problemas de espalda, que supusieron el final de su carrera. No sin antes formar parte de aquel maravilloso Dream Team que participó en los Juegos Olímpicos de Barcelona llevándose la medalla de oro. Hasta su retirada, Bird no bajó de los 20 puntos por partido, algo que pocos jugadores pueden decir. El 4 de febrero de 1993, los Celtics colgaban la camiseta con el número 33 para siempre, y Bird decía adiós a las pistas con muchos títulos a sus espaldas: 3 anillos de campeón, una medalla de oro olímpica, Rookie del año en 1980, 12 veces All Star, 3 MVP de la liga regular, 2 MVP de las finales, un MVP del All Star, 9 veces en el mejor quinteto de la liga y 3 concursos de triples. Todo eso, y haberse ganado la amistad de por vida de su máximo rival sobre las pistas: Magic Johnson. El día de su despedida, el de Lakers acudió al Boston Garden, y evitando las lágrimas, ante todo el país, formuló una mágica oración antes de fundirse en un cariñoso abrazo con Larry: “Larry Bird me dijo un día: tranquilo, ya habrá otro Larry Bird. Y, Larry, estoy seguro de que nunca, jamás, habrá otro Larry Bird.”La historia de Larry Bird, un jugador de baloncesto que llegó a Boston como un paleto, y se fue como una leyenda.

Aquí os dejo una pequeña muestra de lo que era capaz de hacer este autentico maestro del baloncesto.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, bueno, bueno, como escarpias se me han puesto..Ha habido jugadores mucho más rápidos, fuertes, con mejor tiro, mejores fundamentos..pero no mejores jugadores de baloncesto..
Excelente post de uno de los mejores jugadores de baloncesto que han existido.

freebird dijo...

Un excelente jugador que junto a Magic reactivaron una NBA que pasaba por un momento muy delicado. Ese duelo puede ser el más recordado de la historia del baloncesto.

danifuturo dijo...

Grandioso artículo, a la altura de uno de los mejores jugadores de la historia.

Y es que coincido con Antares, Bird era el baloncesto.